El martes se celebró el Día Mundial del Agua. En ese contexto, medios de comunicación del mundo pusieron énfasis en la necesidad de que se haga un adecuado uso del agua dulce en todos los sectores de la población, ya que se trata de recurso cada vez más escaso y con una demanda en crecimiento debido al aumento de la población mundial.

La importancia de este recurso, a raíz de los graves problemas que sufren los países donde es tan escaso que no hay siquiera para beberla, pasa a ser fundamental. Casi dos millones de personas se mueren al año debido a la falta de agua potable y es probable que en 15 años la mitad de la población mundial viva en áreas en las que no habrá suficiente agua para todos.

La tierra contiene más de mil millones de billones de litros de agua. Pero poca de esta se puede tomar, ya que más del 97% del agua en la Tierra es salada. Dos tercios del agua dulce están retenidos en glaciares y en capas de hielo polar. De lo que queda, la mayor parte está atrapada en el suelo o en acuíferos subterráneos.

El ser humano no solo utiliza el agua para beberla. Casi todo lo que se hace en el mundo involucra al agua, de alguna manera. Es difícil imaginarse cuán alto es el consumo individual si solo se piensa en lo que se bebe o en lo que se gasta durante una ducha o cuando se lava la ropa. Hay un uso “escondido”, que la gente poco conoce: el agua que se necesita para cultivar la comida que comemos y para fabricar los productos que usamos y que consumimos.

Es indudable que el recurso agua es indispensable para la vida en el planeta. De acuerdo a su disponibilidad, en cantidad y en frecuencia, muchos Gobiernos toman este recurso como una cuestión de Estado.

El agua es un recurso indispensable para la vida humana, animal y vegetal de todo el planeta. Países donde el recurso es limitado y difícil de obtener y de mantener utilizan recursos económicos y toda la inteligencia humana para que su obtención, almacenamiento, conducción y distribución sea lo más eficiente posible. Con ello, ahorran grandes sumas de dinero, pero, por sobre todo, agua.

El agua falta en muchos lugares del mundo. Debido a ello, en muchos lugares echan mano a todo lo que tienen a su alcance para cuidar y para administrar adecuadamente la poca de la cual se dispone.

Estados Unidos, Japón, Israel y Chile, entre otros, sumados a provincias como Mendoza, San Juan y Neuquén, son algunos ejemplos de inversión y de uso responsable del agua. Como Estado invierten grandes sumas de dinero para poder disponer de este recurso que genera grandes riquezas, pero, por sobre todo, vida. Las instituciones y empresas dedicadas a la producción agrícola ganadera dedican muchas horas de trabajo en determinar la forma más eficiente de hacer un adecuado uso del agua.

El agua dulce para uso humano, agrícola ganadero e industrial está disponible de diversas maneras en todo el mundo: las lluvias o nevadas -permanentes o estacionales-, los ríos o lagos de montaña o el agua subterránea son las más comunes de ver en todo el planeta. Para usarla, el hombre realizó y realiza obras, como diques embalses, diques niveladores, tomas de río, represas o perforaciones del suelo.

La falta de agua permanente o temporal hace que todo lo relacionado a la producción agrícola ganadera se encuentre totalmente acotada y que se deba utilizar la inteligencia para colocar el agua en el momento y en la cantidad justa que un sistema productivo necesita para progresar.

En nuestra provincia y en muchas otras zonas de nuestro país sufrimos durante muchas campañas agrícolas de fuertes sequías estacionales, que perjudican diferentes cultivos estivales y pasturas para la alimentación de ganado.

Los caprichos de la naturaleza que se dan por ciclos a lo largo del tiempo a veces generan la falta de agua, que afecta a los cultivos, seguido de fuertes lluvias, que también provocan daños, por exceso o escorrentías.

Medidas

Se deben tomar los recaudos necesarios en inversión y en inteligencia, para que cuando falte el agua no tengamos que mirar el cielo para pedir que llueva y a las autoridades gubernamentales, para que decreten la emergencia. Del mismo modo, también se debe trabajar para que cuando llueva en exceso cada vez se produzcan menos inundaciones y escorrentías.

Las herramientas y los recursos para afrontar la falta de agua están disponibles. Solo hace falta la decisión y el direccionamiento de los medios necesarios para utilizarlas adecuadamente.